Estrago Materno: de lo Ficcionado hacia la Estructura

Descubro que desde hace ya varios años, a partir del espacio de formación que encontré en Nudo Psicoanalítico, luego Reanudados, vengo trabajando algo de lo materno. Uno de mis primeros escritos fue “Función materna como traducción de la realidad”. Sumado a las marcas que dejaron en mí los señalamientos en varias supervisiones clínicas de la mano de Juana San Román, de cómo insistía en mi clínica, en los relatos, la presencia de madres devoradoras, me empiezo a preguntar sobre ello.

Es el germen de lo que luego fue la larga investigación sobre la noción lacaniana del estrago materno. Noción, que principalmente, trabajé en cuanto al vínculo madre e hija, sirviéndome de dos principales referencias lacanianas, aquella del Seminario 17, la relativa a la metáfora de la boca del cocodrilo, para describir el deseo materno como caprichoso, y una segunda cita, de El Atolondradicho, que circunscribe al estrago, en la mayoría, dice, de las relaciones madres e hijas. De estas dos citas deduje que todo deseo materno tiene algo de estragante, eso es lo que a mí me fue interesando trabajar en todos estos años, sin desconocer el sesgo alojador del deseo materno, por supuesto, pero de eso no me encargué. 

Y de cómo el sesgo devorador del deseo materno se pone en juego de una manera particular en la relación con la hija, desde ya, ubicando que en psicoanálisis, lo pensamos como “lo materno” y como “posición femenina del objeto hija”. Hacia allí fuí, intentando correrme del relato anecdótico de tal o cual madre, tal o cual hija, tal o cual vinculo madre e hija, que por supuesto me llegaba cada vez que hablaba del estrago. Viene siendo parte del trabajo ir de la anécdota, del relato cruento de las relaciones estragantes madres e hijas, a pensar la noción del Estrago Materno como un lugar en el inconsciente. 

Ya no se trataría de traer a colación miles de historias de las analizantes con sus madres, como lo fue en un principio, sino de ir hacia lo estructural. 

Se constituye el Estrago Materno como noción estructural, como uno de los modos de nombrar al goce, aquel goce que se encarna en lo materno, teniendo como efecto la objetivación del otro, intento de fagocitar el propio producto, no produciéndose una donación a la cultura, sino una retención de ese “cacho de carne”. Esta descripción, entiendo, tiene algo de estructural, está presente en todo deseo materno, de eso hablo, no de los relatos anecdóticos de ciertas “madres locas”. 

Nadie escapa a esta cuestión. Es un deseo materno devorador que nos atraviesa a todos. Más allá del género. Más allá de la estructura psíquica. No es exclusivo de la psicosis.

Por supuesto se verá qué es lo que cada sujeto pueda hacer con ello. En la respuesta neurótica frente al estrago nos encontraremos con un intento de acotamiento de ese goce vía el síntoma. Se pone a trabajar ese sesgo gozoso del deseo materno vía una versión metafórica, introduciendo de esta manera un doble sentido, otro sentido, lo cual ya es un montón. En ese trabajo ya está en juego la salida de un único significante que nombre, ya que en la medida que un significante no abre otros posibles sentidos, no desliza, coagula. Esa sería la versión estragante en relación al significante. 

La versión psicótica de la respuesta frente al estrago materno, sería el armado de un delirio, al estilo: presencia de ojos y oídos que escuchan, que ven, que todo lo saben, signo de la omnipotencia y omnipresencia materna. 

Por lo tanto, como el Estrago Materno entiendo, se trata de un lugar en el inconsciente, de un modo de nombrar el goce materno, de un punto en la estructura, con lo que nos encontramos en la clínica es con sus versiones. 

En tanto estructural, propongo quede homologado al segundo tiempo lógico descripto por Freud en “Pegan a un niño”. Posición masoquista inconsciente, donde está en juego una gran actividad en sostener una posición supuestamente pasiva. “Hacerse pegar, hacerse estragar”. Ser pegado equivale a ser amado, y el sujeto busca ser amado.

Estrago y masoquismo. 

Me interesa abordar las siguientes encarnaciones del Estrago Materno:

  1. La puesta en juego del estrago como estructural vía la relación madre e hija
  2. La puesta en juego del estrago como estructural vía la relación con el parteneire adolescente (como novedad de la época)
  3. La puesta en juego del estrago como estructural vía la relación con el parteneire adulto
  4. La puesta en juego del estrago como estructural vía la relación con el analista 

Respecto a la primera encarnación, agrego que se trata del vínculo con el primer Otro fundante, lo preedípico leído desde la obra freudiana, del cual es tan trabajoso desasirse. Va a implicar poner algún dique a aquello que de por si tiende a presentarse como arrasador. La noción de dique me resultó sumamente iluminadora. Dique frente a lo materno, dique frente a lo arrasador, a lo inconmensurable, a lo infinito del sesgo gozoso en el deseo materno. Función Paterna como dique frente al Deseo Materno. Freud nos aclara, que se trata de un puerto de salvación. 

 Respecto del vínculo con un parteneire de la vida sexual, podemos ubicar una repetición del modo en que el sujeto se vinculó con ese Otro fundante, con características gozadoras, arrasadoras, con un otro de la vida sexual, curiosamente vivido como Otro, no como un par.  Se trata de vínculos donde ese Otro me norma, me nomina, me dá identidad, toca algo del ser del propio sujeto, de esa manera se constituye en Otro de autoridad, nominante, que fácilmente puede torcer hacia lo arrasador. 

Ya sea que esto se dé en la etapa adolescente, (llama la atención como propio de la época, este tipo de cuestiones se están escuchando cada vez más, en jóvenes) o adulta, nos trae resonancias de lo que hoy en la discurso social se denominan “relaciones tóxicas”. 

Respecto de la transferencia con el analista, podemos pensar como del orden de una repetición cuando la figura del analista toma esa forma en la transferencia, de Otro que quiere gozarme, en todas sus versiones, cagarme, espiarme, objetivarme, etc. Esta repetición en la transferencia dá cuenta de la relación al primer Otro vivida como del orden del arrasamiento.

Y cómo, en algunos análisis, el analista desde su posición, convalida algo de eso. 

Entiendo son todas versiones de la puesta en acto del Estrago Materno, en la relación con la madre, con un parteneire, con el analista. 

No se trata solamente de lo que esos Otros ponen en juego, sino del modo en que el sujeto se vincula con esos Otros, cómo vive ese Otro que hay en él, y que se va encarnando en estas distintas vinculaciones a lo largo de su vida. Se trata de la relación entre el estrago y el masoquismo.

Masoquismo propio de todo sujeto. Masoquismo que parte del segundo tiempo de Pegan a un niño. Masoquismo que da cuenta de la actividad del sujeto en ubicarse en posición pasiva frente a Otro que es vivido como poseedor de toda la actividad en potencia.

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